Los colores de mi marca personal son el amarillo y el gris. Muchas personas me dicen que el gris no les gusta, que no me va bien, pero incluir ambos colores en mi marca es una invitación a cultivar una mirada amplia que abrace la totalidad de la experiencia humana. Es un llamado a reconocer la vida en toda su plenitud, con sus luces y sombras, sus alegrías y tristezas.
El amarillo, vibrante y lleno de energía, simboliza la luz del sol que nos anima a vivir con entusiasmo y esperanza. Representa esos momentos de pura felicidad y creatividad, donde todo parece posible y el corazón se llena de optimismo. Es el color del despertar, de la claridad y del calor humano.
El gris, en cambio, es la paleta de la reflexión y la profundidad. No es ni blanco ni negro, sino una amalgama de ambos, enseñándonos la importancia del equilibrio y la aceptación. El gris nos invita a abrazar nuestras sombras, a entender que la vida también está compuesta de momentos de quietud y tristeza, de desafíos y aprendizajes. Es el color de la ecuanimidad y la sabiduría, que nos recuerda que la paz interior surge de aceptar la totalidad de nuestra experiencia sin juzgarla.
En el baile entre el amarillo y el gris, encontramos la verdadera esencia de la vida. Una vida que no es solo amor y alegría, sino también desamor y tristeza. Una vida que nos pide estar presentes con todo lo que surge, sin rechazar lo que consideramos negativo ni aferrarnos únicamente a lo positivo.
Es en esta aceptación plena donde encontramos la verdadera libertad y la plenitud.
La vida es un tejido complejo de experiencias diversas. El mindfulness nos enseña a estar presentes con todo, a encontrar paz en la diversidad de la existencia. Al integrar estos dos colores, propongo una visión inclusiva y armoniosa, donde el brillo del amarillo y la profundidad del gris se complementan, creando un balance perfecto.
Es un recordatorio de que en medio de la luz siempre habrá sombras, y en los momentos de oscuridad, la luz nunca está demasiado lejos. Aceptar y abrazar esta complejidad es la clave para vivir con un corazón y una mente abiertos, encontrando la belleza en todos los matices de nuestra propia vida.
La combinación de amarillo y gris en mi marca no es solo una elección estética, sino una declaración de principios. Es un viaje de descubrimiento y aceptación, donde juntos podemos aprender a vivir con mayor plenitud y ecuanimidad, apreciando tanto el brillo del amarillo como la serenidad del gris.
Esther Fernández
Consultora Coach experta en Mindfulness