En nuestra búsqueda por la felicidad y el sentido de la vida, a menudo nos encontramos en un constante ir y venir, persiguiendo metas y anhelos que nos prometen una satisfacción duradera. Sin embargo, en medio de esta vorágine de actividades y responsabilidades, nos olvidamos de un aspecto fundamental: estar en nuestra esencia, conectado con lo que realmente importa y cultivando el arte de ser.
¿Qué significa estar en nuestra esencia?
Es encontrar la autenticidad en cada uno de nosotros, alineando nuestras acciones, pensamientos y emociones con nuestros valores más profundos. Es estar en sintonía con nuestra verdadera naturaleza, sin pretender ser alguien que no somos para complacer a los demás o cumplir con expectativas externas.
Cuando estamos en nuestra esencia, experimentamos una sensación de plenitud y bienestar. Nos sentimos en armonía con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. En lugar de estar preocupados por el futuro o atrapados en el pasado, nos sumergimos en el presente, saboreando cada momento con gratitud y aceptación.
En este estado de ser, nos volvemos conscientes de lo que realmente importa en nuestras vidas. Nos damos cuenta de que no son las posesiones materiales, los logros externos o la aprobación de los demás lo que nos trae alegría duradera, sino las relaciones significativas, el crecimiento personal, la conexión con la naturaleza y el servicio a los demás. Aprendemos a valorar las cosas simples y cotidianas, a encontrar belleza en lo ordinario y apreciar los pequeños momentos de felicidad que la vida nos regala.
El arte de ser implica la capacidad de estar presente en cada aspecto de nuestra existencia. Nos permite sumergirnos completamente en nuestras actividades cotidianas, ya sea cocinar, caminar, trabajar o conversar con un ser querido. Nos brinda la oportunidad de encontrar la alegría y el propósito en todo lo que hacemos, sin la necesidad constante de buscar afuera la satisfacción o la validación.
Para cultivar el arte de ser, es importante dedicar tiempo a conocernos a nosotros mismos. Esto implica explorar nuestras pasiones, intereses y valores, y tomar decisiones conscientes que estén alineadas con nuestra autenticidad. También implica aprender a escucharnos a nosotros mismos, a nuestro cuerpo ya nuestras emociones, ya honrar nuestras necesidades y deseos legítimos.
La práctica de la meditación y la atención plena también puede ser una buena herramienta para cultivar la conexión con nuestra esencia. Estas prácticas nos permiten desarrollar la capacidad de estar presente en el momento, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos ni identificarnos con ellos. Nos ayudan a desarrollar una mayor claridad mental y emocional, lo que nos permite tomar decisiones más sabias y vivir de manera más auténtica.
En última instancia, estar en nuestra esencia y cultivar el arte de ser requiere de un compromiso constante con nosotros mismos. Significa estar dispuesto a desafiar las expectativas externas, a abrazar nuestra individualidad ya tomar el camino menos transitado si eso es lo que resuena con nuestro ser más profundo. Requiere de valentía para vivir de acuerdo con nuestros valores y prioridades.