«Camina lento, no te apresures, que el único lugar adonde tienes que llegar es a ti mismo». Ortega y Gasset
A la mayoría de personas les falta un propósito vital. Tienen un trabajo, una casa, una familia… y lo que se supone que se espera de ellas… pero les falta el impulso, la alegría de una misión, algo que les dé fuerzas para levantarse de la cama por las mañanas.
Y en estas fechas, cuando terminamos un año y empezamos otro, nos marcamos metas y objetivos, aceleradamente, que a falta de este propósito central, pretenden cambiar al ser que no somos y nos mantienen, entretenidos, en la superficialidad.
Lo mejor que puedes hacer en este inicio de año, si no has hecho ya, es detenerte parar y averiguar tu propósito.
«Es inevitable que una vida apresurada se convierta en superficial. Cuando nos apresuramos, rozamos la superficie y no logramos establecer verdadero contacto con el mundo o las demás personas». Elogio a la Lentitud, Carl Honoré..
Una metodología que te puede ayudar, sobre la que escribí recientemente es el ikigai.
Pero más allá de ofreceros métodos, que es algo que iré haciendo en las siguientes entradas, porque este es un tema extenso y profundo, la reflexión que quiero hacer hoy que comienza el año, es la de empezar a desacelerar y cultivar más la atención plena. El paso previo a todo lo demás.
Y no es porque me dedique a ello, es porque creo que en el mundo que vivimos cada vez se acelera todo más y corriendo y saltando de un lado a otro es imposible que las personas conecten con su esencia. Por eso hay tanta insatisfacción y estrés. Motivos por los que recomiendo practicar mindfulness a la gente que más quiero.
Creo que lo más valioso que tenemos es nuestra mente, y es crucial cuidarla en este mundo hiperconectado y veloz en el que tenemos que afrontar cambios constantes. Por ello practico en primer lugar e imparto formación como consecuencia. Haber experimentado una transformación personal y haber constatado la de otros que pasan por cursos, retiros, yoga…me anima a seguir creciendo en este campo y formarme además de recomendarlo desde el corazón.
“Si aumentas la conciencia, los cambios en tu vida vienen solos, pero lo más curioso es que no hay que hacer nada. Lo que propone la atención plena no es que uno cambie su vida, sino que se enamore de ella.” Jon Kabat-Zinn biólogo molecular, investigador y promotor de ‘mindfulness’ en Occidente
En mi caso, experimenté el primer gran cambio a partir de un retiro de mediación hace nueve años. A partir de ahí comencé a meditar e incrementar esa consciencia de la habla Kabat Zinn. Años después, conecté con mi propósito -algo que agradezco cada mañana- e hice un trabajo personal -que sigo haciendo- que me impulsó a poder dedicarme a mi verdadera vocación, pero creo, sin dudarlo, y siempre lo digo, que no habría sido posible llegar a este propósito vital sin la calma y serenidad que me proporcionó aprender a sumergirme en mi interior.
La conciencia plena se ejercita prestando atención de manera activa en el momento presente. Desarrolla la capacidad de abrazar la realidad de las cosas, es curativo y transformador y cambia nuestro cerebro, tal como demuestran las investigaciones neurológicas.
Asimismo, la atención plena es una herramienta clave para comprendernos a nosotros mismos, nuestros propios pensamientos y sentimientos y lo que es importante para nosotros. Puede ayudarnos a desarrollar la autoconciencia, que es el primer componente de la inteligencia emocional y es la base para desarrollar todas las demás capacidades de inteligencia emocional.
En definitiva, como dice Mónica Cavallé en su maravillosos libro El arte de ser, hemos olvidado quiénes somos y vivimos sugestionados creyendo ser lo que somos. Nos hemos identificado con ciertos contenidos de nuestra experiencia y hemos olvidado nuestra propia fuente, el sujeto puro. A esto se refieren las metáforas en diferentes tradiciones de sabiduría con dormir / despertar. Pues olvidar nuestra verdadera identidad equivale a dormir y recordar es despertar.
Vivir sin ese propósito vital para mí, es como vivir dormido, apagado, sin motivación.
Os animo a sumar a vuestros propósitos de fin de año uno que es clave: desacelerar la marcha y encontrar vuestra meta vital.
Una parada en nuestro acelerado ritmo nos permite ver la vida de otra manera, conectar con nuestra brújula interior y tomar decisiones desde una perspectiva mucho menos sesgada y repetitiva que la que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida escolar, familiar, profesional o social.
Os deseo un feliz y próspero 2022, con más momentos de atención plena y verdadera conexión con vuestra esencia, la vida y los demás.
Esther Fernández
Consultora Coach experta en mindfulness
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